Evodio interlocutor de San Agustín, que el libre albedrío es la causa del mal y se pregunta cómo Dios, sumamente bueno, puede haber dado al hombre tal don; consecuencia de ello es, por un lado, la responsabilidad de Dios en ese mal que es fruto de nuestro libre albedrío, y, por otro, la falta de sentido de un castigo que es consecuencia de un don suyo.
Síguesetambién que, en cuanto conozco que me conozco, no me engaño. Como conozco que existo, así conozco que conozco. Y cuando amo estas dos cosas, les añado el amor
SanAgustín consideraba que la felicidad a que aspira el hombre no es auténtica si no incluye la inmortalidad del alma: una vida que no fuera eterna no podría ser una vida feliz. Puesto que todos los hombres desean alcanzar la felicidad y no perderla, deberían conservar la vida, puesto que, evidentemente, nadie podría ser feliz si no viviera.
Agustínde Hipona: si me engaño existo. «Si me engaño, existo». Indudablemente en nosotros hallamos una imagen de Dios, de la Trinidad, que, aunque no es igual, sino muy distante de ella, y no coeterna con ella, y, para decirlo en pocas palabras, de la misma sustancia que Él es, con todo, es la más cercana a Dios, por naturaleza, de
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no me he ido san agustín